El próximo 28 de Agosto dará comienzo el XXX Aniversario de Burning Man, en el desierto de Nevada (EEUU), donde se esperan más de 70.000 personas.
El festival ha evolucionado mucho y ya casi no se parece al original. En 1986, un grupo de jóvenes se reunieron en una playa de San Francisco para celebrar el solsticio de verano y quemar la figura de un hombre de madera de más de dos metros de altura. A principios de los 90 el festival se tuvo que trasladar al Black Rock del desierto de Nevada, debido a la gran asistencia de público.
El precio de la entrada es de $400 (353,22€), aunque también se ponen 4.000 entradas a un precio de $190 (167,68€) para aquellos que no se lo pueden costear.
El nombre del festival proviene del ritual de quemar una figura de un hombre durante la noche del sábado. También se construye un magnifico templo de madera que es quemado el domingo. La quema de la figura del hombre es celebrada por todo lo alto, con fuegos artificiales y explosiones. Sin embargo, la quema del templo se hace totalmente en silencio en conmemoración de todos los fallecidos durante el año. A lo largo de la semana que se celebra el festival, los participantes dejan notas escritas para crear una especie de conexión al ser quemado el templo.
Burning man se rige por 10 principios:
- Inclusión radical: Todo el mundo es bienvenido a ir. Solo necesitas la entrada y, recomendablemente, seguir las explicaciones de su manual de supervivencia.
- Regalar: “Burning Man encuentra su devoción en el acto de regalar”, se espera que los participantes del festival subsistan a través de una ‘economía del regalo’, ya sea mediante el regalo mutuo de objetos o el intercambio de favores, aún sin esperar nada a cambio.
- Desmercantilización: El evento busca crear un ambiente social fuera de todo proceso comercial, publicitario o relacionados; el objetivo es protegerse de la cultura de explotación, la cual consideran, deriva de estas actividades. La única transacción monetaria que se permite está relacionada con el transporte al evento o la compra de hielo y bebidas no alcohólicas, cuyos beneficios van a diferentes organizaciones sin ánimo de lucro.
- Autosuficiencia radical: “Burning Man induce al individuo a descubrir, ejercitar y confiar en sus propios recursos internos”; de ahí que se prohíba prácticamente todo el comercio y los participantes deban estar preparados llevando todo lo necesario para subsistir en un lugar tan potencialmente hostil y remoto como el desierto.
- Autoexpresión radical: Se espera que los participantes respeten las libertades propias y ajenas y que se expresen libremente a través del arte u otras formas, siendo la ropa opcional y el nudismo practicado comúnmente.
- Esfuerzo comunal: Se busca promover la producción y protección de una comunidad y espacio común basados en valores de cooperación y colaboración.
- Responsabilidad cívica: Se espera que los participantes actúen de acuerdo a la ley local, federal, estatal y que asuman responsabilidad por sus acciones dentro del festival.
- No dejar rastro: Uno de los objetivos clave es conseguir no dejar ninguna huella de que se haya producido evento alguno en la región; se busca promover, por tanto, una atmósfera en que los participantes tengan cuidado de no dejar basura o de recogerla en caso de encontrarla.
- Participación: Se busca que la gente participe y no se limite a observar, pues desde la organización del evento dicen que son una comunidad con una fuerte ética participativa: “pensamos que todo cambio transformador, ya sea individual o en sociedad, sólo puede ocurrir a través de un profundo compromiso de participación personal. Logramos ser de una manera determinada al actuar de esa manera, por lo que todos son bienvenidos a trabajar, a jugar. Creamos un mundo real a través de acciones que abren el corazón”.
- Inmediatez: “la inmediatez de la experiencia es la piedra angular de la cultura del festival. Buscamos superar las barreras que existen entre todos y reconocernos a nosotros mismos y a la realidad que nos rodea mediante la participación en la sociedad y el contacto con el mundo natural más allá del poder humano. Ninguna idea puede sustituir esta experiencia.”
Durante la semana del festival, está prácticamente prohibido el comercio y, por lo tanto, el uso del dinero. Basado en la cultura hippie de los 60 todo funciona por intercambio. Cada persona debe de llevar lo necesario para subsistir durante la semana y si te es necesario algo utilizar el trueque con otro asistente como único medio de pago. La libertad y tranquilidad que se respira en el festival es único debido, entre otras cosas, a la inutilidad del teléfono móvil u ordenadores por la inexistencia de cobertura y de red. Los participantes visten como ellos desean o imaginan (o no llevan nada), se forma como una gran familia y los niños tienen permitida la entrada.
En los últimos años, algunos millonarios han asistido al festival ya que habían conseguido pasar casi de manera desapercibida, ya que nadie pensaría que unas personas con tanto dinero se pudieran divertir así. Personas como los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin; el presidente ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, o el dueño de Tesla Motors, Elon Musk. El problema ha sido que recientemente se han unido nuevos multimillonarios como el fundador de Facebook Mark Zuckerberg, empleados de compañías como Twitter o Uber o ejecutivos de fondos de inversión.
Los nuevos magnates de Silicon Valley que acuden a Burning Man se pelean por ver quién gasta más dinero en agasajar a sus invitados, levantando lujosos campamentos temporales en el desierto. Lo que en origen eran unas simples tiendas de campaña en las que dormir, se han convertido en ostentosas carpas que cuentan con cómodas camas, aire acondicionado y baños portátiles como los que se utilizan en los rodajes de Hollywood. Esto está alterando notablemente el espíritu del Burning.
Según le explicó al New York Times uno de los asistentes a Burning Man, los campamentos en los que se hospedan los millonarios se construyen de forma que nadie pueda acceder a ellos sin autorización. Estos magnates y sus invitados, que pueden llegar a pagar US$25.000 por la estancia, se trasladan al festival en aviones privados. Pasan la semana comiendo platos cocinados por algunos de los mejores chefs del mundo y cuentan con asistentes -a los que llaman sherpas– que les ayudan a satisfacer todas sus necesidades. Incluso el año pasado se llegó a anunciar en la página de Burning Man una compañía que ofrecía instalar campamentos temporales con electricidad, internet, cocineros y servicio de bufet. La noticia causó indignación entre algunos de los asistentes más veteranos al evento y la publicidad acabó siendo retirada de la página del festival.